"Mi vida, un disparo a la eternidad"

sábado, mayo 19, 2007

Y el hombre extraño traía algo sobre sus caderas, próximo a su corazón... Las telas grisáceas de la bruma traspasaban cada átomo de aire. La penumbra parecería un jardinero que plantaba flores oscuras en techos de casas y lechos secos de arroyos. Grietas casi imperceptibles al principio, se ensancharon después, lentamente. Una tarántula le dijo a otra que el hombre del cuervo y la serpiente en sus ojos era seguramente el mensajero de la agonía final del día. Eso creían también el agua que se extinguía y el aire quieto, suspendido, que empezaba a olvidar los viejos himnos del viento. Pero el extraño traía algo sobre sus caderas, cerca de su corazón... Y antes de sumergirse en una grieta, se sacó al fin su viejo capote. Y entonces liberó al sol que tenia sobre sus caderas, sobre su pecho. Un sol que había descendido para escuchar su sangre profunda. El sol que ahora disipa la bruma. Nos regala nuevos días. Y brilla, y aloja en su corazón de fuego tu corazón.
Edgar Allan Poe.

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