"Mi vida, un disparo a la eternidad"

sábado, diciembre 01, 2007

“Señoras y señores
venimos a contar
aquello que la historia
no quiere recordar”


Cantata popular Santa María de Iquique
Letra y música: Luis Advis
Intérpretes: Quilapayún.



Así comienza el libro “Santa María de las flores negras” en el que Hernán Rivera Letelier relata lo ocurrido en la huelga de obreros de las salitreras en diciembre de 1907.

Actualmente, en especial para niños y jóvenes, no es fácil conocer acerca de episodios de nuestra historia, en los que me atrevo a decir, se ha hecho una campaña por “olvidar hechos tristes y lamentables”, un “borrón y cuenta nueva” y hacerlos desaparecer del inconsciente colectivo.

“Santa María de las flores negras” y “la sangre y la esperanza” (Nicomedes Guzmán 1971), son una especie de “rescate a la verdad”. Ya que la memoria es lo único que no se puede quitar o matar, para mantenerla en el tiempo, serán los libros los encargados de plasmar lo que jamás se debería olvidar, sobretodo con la intención más allá de juzgar a responsables, de velar por que no se vuelvan a repetir.


Nicomedes Guzmán muestra el gran movimiento de los tranviarios ocurrido en Chile, principalmente en Santiago en la década de los ’30, desde la mirada de un niño cuyo padre es dirigente sindical. Utiliza un lenguaje marginal que marca un nuevo referente en la literatura chilena.

Con una precoz pérdida de la inocencia, creciendo entre conventillos y huelgas, donde se encuentra de frente con muertes, el hambre, la pobreza y la esperanza; Enrique Quilodrán encarna la realidad marginal del proletario urbano; su padre que es un dirigente sindical, manifiesta la fe en el poder de la organización, de la fuerza colectiva, la lucha y el sacrificio. La oportunidad de soñar con una vida mejor, lo cual no todas las personas tienen el privilegio, la esperanza y confianza en el trabajo, en el esfuerzo: “la sangre”

Concluye el libro con un hecho destacable y determinante. Guillermo Quilodrán, padre de Enrique, gravemente enfermo e imposibilitado de trabajar. Elena, joven madre soltera, Martina la menor, y Enrique, abandonando definitivamente su niñez, con manos callosas y gruesas, asume el rol de sostén de la familia, entregando su primer sueldo a su madre. Este final representa muy claramente la realidad de muchas familias, como la mía; en la que el hijo mayor varón, debe sacrificar su niñez, generalmente muy corta, para trabajar y sostener una numerosa familia.

Por su parte, Hernán Rivera Letelier muestra como, en contraste con el movimiento tranviario de Santiago que relata Guzmán, en Iquique los valientes huelguistas pampinos corrieron peor suerte. Un sangriento y doloroso capítulo de la historia chilena.
Olegario Santana encarna en los últimos capítulos, la suerte de muchos sobrevivientes que sin familia, sin compañeros ni amigos, sin fe ni esperanza, sólo con su derrota tuvieron que volver a la pampa y trabajar para seguir enriqueciendo a los asesinos de sus vidas y sueños.
Haciendo una analogía con el movimiento sindical actual, que se expresó el pasado 29 de Agosto, donde se realizó una jornada de protesta llamada por la C.U.T. (Central Unica de Trabajadores). Claramente no se trata del mismo mundo proletario que muestra La sangre y la esperanza, ya que actualmente cuentan con muchos más beneficios que en aquel entonces. Sin embargo, se reduce a la misma consigna “trato digno, igualdad y equidad”, a lo que se suma una educación de calidad.
Pero sobretodo, en cuanto a la labor de sus autoridades, se expresa un sentimiento de traición y desilusión. En “La sangre y la esperanza”, Alessandri Palma asume el poder con “apoyo popular” (Alusión a esto en la pág.44. Guzmán 1971); el presidente dos veces electo, en su segundo período lo hace con el apoyo de la población; sin embargo demuestra su incapacidad como gobernador cuando frente a la huelga de tranviarios arremete con fuerza contra ‘su pueblo’.

Hoy, nuevamente se ha utilizado toda la fuerza policial contra esforzados trabajadores, estudiantes, mujeres, trabajadoras, incluyendo un senador de la República entre los heridos. Tal como ha ocurrido a lo largo de toda la historia y por lo demás que se inscribe en nuestro escudo nacional, “Por la razón o la fuerza”, sólo que la razón no siempre está al alcance de los llamados a gobernar y resolver los conflictos para mejorar nuestro país.

En “Santa María de las flores negras” también se manifiesta un sentimiento de traición de las autoridades, ya que los pampinos mantenían su confianza en la autoridad de la Intendencia para que actuara de mediador ante los grandes propietarios salitreros.
Los pampinos actuaron con justa razón al confiar, ya que las autoridades y el Gobierno existen para la seguridad de las personas; las ‘fuerzas de orden’ actúan bajo la prioridad de resguardar el “bien común”. Tristemente los pampinos descubrieron que no pertenecían al “común”, o que simplemente no les correspondía el “bien”, que le interesa al Gobierno.



Es importante recalcar el enorme aporte de las novelas de contenido histórico, que ayudan a recrear el ambiente, introducir al lector a la sensibilidad de los protagonistas, conocer sus sufrimientos, pensamientos, alegrías y sus creencias que permiten rescatar la dignidad humana, la amistad y compañerismo. Dicho aporte facilita en demasía la comprensión de los movimientos sociales, tan cercanos a la realidad, pero a la vez tan lejanos y difíciles de conocer dentro de un mundo de televisión nefasta y de prensa sensacionalista.

Pablo Neruda decía que el poeta debe ser parcialmente el cronista de su época, es decir, vincularse con el mundo y su sociedad, no sólo con las estrellas y maravillarse con románticas flores. Los escritores y artistas en general tienen este compromiso con la sociedad, que por lo demás aporta a una identidad nacional.

Porque el escritor, en estos tiempos, es una especie de soldado
que acompaña a su pueblo con el arma bajo el brazo

Luis Enrique Délano

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal

ecoestadistica.com